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viernes, 29 de abril de 2016

Maestro

Sabes que odio y que me encanta, a partes iguales, que seas tan rudo al apretarme las cuerdas. Tirones brutos sin previo aviso para después notar una caricia encima de la atadura, que me deja con la piel sensible y lista para cualquier atención.

Ligeramente inclinada hacia delante. Las manos a la espalda. Las piernas separadas por una fría barra metálica. Te encanta atarme así. Es tu forma favorita de torturarme. Tus pasos resuenan a mi espalda, con la mirada gacha veo tus zapatos andar a mi alrededor. 

-"Sabes que con unas simples palabras esto terminaría pronto, quizás con algún premio incluso" -  Un único dedo me recorre desde la nuca hasta la mitad de la espalda, esperando una respuesta. Me cae el pelo a los dos lados de la cara y eso entorpece mi visión. Te encanta jugar con mis sentidos, privarme de ellos, explotar de éxtasis los otros.
"-Y tu sabes perfectamente lo que me encanta llevarte la contraria" - Te guiño un ojo mientras te vuelves a colocar en el campo de visión que controlo completamente. Estás completamente vestido delante mía, y yo completamente desnuda frente a ti. 


Alzas una mano lentamente para rozarme la mejilla. Mi piel recibe la caricia respondiendo por su cuenta, erizándome el vello de todo el cuerpo. Cierro los ojos en anticipación, inclinando la cabeza. Necesito más contacto contigo, te necesito entero, cada milímetro de tu piel contra la mía, pero sé que aún no puedo. Me rozas los labios obligándome a abrir la boca. Un gemido ronco se escapa de mi garganta. 

"Aun tengo que enseñarte muchas cosas" - Tu mano baja hacia mi cuello mientras la otra apoya un par de dedos en mi frente - "Entre ellas este tipo de cosas que me encanta hacerte" - Empiezo a notar como entras en mi mente y mis sentidos se agudizan de nuevo. 

Un gemido escapa a mi control e intento cerrar las piernas mientras trato de liberarme de mis ataduras. "Sabes que no puedes escapar a esto, deja de resistirte..." -  Tu susurro en mi oído me provoca demasiado y lo sabes. 

La primera oleada siempre es la peor. O la mejor. Me golpea sin que pueda controlarla ni evitarla. Un largo gemido fue liberado de mis labios, mientras tu mano izquierda seguía pegada a mi frente. La otra me mantiene la cara inmóvil, mirando hacia ti, aunque tenga los ojos cerrados. - "Mírame" - Tu voz suena ronca por el deseo, mientras buscas que abra los abra sin descanso. -"N...No...." - Apenas puedo contener a mi cuerpo. Tiemblo. Evito tu mirada con toda la fuerza que me queda mientras el orgasmo recorre cada fibra de mi cuerpo. Cada nervio, cada sentido responde ante ti. - "Déjame entrar" - Un simple susurro. Tus labios rozan mi frente, cerca de tus propios dedos. Siempre me resisto. Siempre lucho. Mi cuerpo se relaja después del primero. Te noto el pulso acelerado en los dedos que mantienes en mi garganta. -"Es la última vez que lo voy a decir. Mírame" - Mi cuerpo no responde ante mi control. Actúa por libre. Te busca, te encuentra. Mis ojos se abren casi sin que pueda evitarlo, recorriendo tu cintura, tu corbata, tu cuello, hasta llegar finalmente a establecer ese contacto visual tan ansiado por ambos.

Tu sonrisa me desbarata los esquemas. Mis músculos apenas aguantan las oleadas siguientes. Con el contacto visual es mucho más intenso. Todo se vuelve negro, con explosiones de color de vez en cuando, notando las gotas de sudor en mi espalda, como restos de pintura en el lienzo en el que tú eliges qué pintar. Sólo mis gemidos y tu respiración entrecortada llenan la sala. Notas mi cuerpo tensarse por última vez. Notas las lágrimas a punto de desbordarse. Mi boca abierta, preparándose para el último gemido de la noche. Las últimas palabras que salen de tu boca, sólo para asegurarte de que el concepto ha quedado fijado en mi mente.


"Eres mía, completamente mía"


Y la última oleada rompe mi cuerpo, que tiembla, se retuerce, llora de placer y no aguanta más. Tus ojos nunca abandonan los míos mientras el proceso llega a su fin. Me dejas unos minutos para volver a la tranquilidad, tus dedos abandonan mi frente, y así, el dulce abrazo que tenías sobre mis pensamientos. No puedo dejar de mirarte a los ojos mientras me sostienes y desatas mi prisión. Al caer sobre ti, temblando, sonríes. El concepto lleva fijado más tiempo del que admitiré nunca. Y ambos lo sabemos.

"Sólo tuya...."





2 comentarios:

  1. Silence Dogood22:30

    Es la primera vez que leo tu blog,de hecho,todo se lo debo a tu Twitter,que me ha salido de sugerencia. Y bueno,quería decirte,que me a gustado mucho esta entrada que acabo de leer. Seguiré leyendo tus entradas anteriores esta noche antes de dormír. ��

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    1. ¡Muchísimas gracias por el comentario! Espero que te guste lo que leas a partir de ahora, y sobre todo, que te guste lo suficiente como para quedarte por aquí ♥

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